Cogiste mi mano sin saber mi reacción. Me giré y te miré. Hacía tiempo que no miraba por primera vez de aquella manera.
Me miraste, como si no fuera nuestro primer contacto. Sentí como tu mano se deslizaba lentamente por mi piel, me convertía en pluma que cualquier aire derivaría. Y tú, eras mariposa con cosquilleos. Nos convertimos en humo que no se esfuma. En fuego que no arde. En luz que no brilla. En pájaros que no vuelan. En labio que no muerde. En mirada que no observa. En agua que no moja. En humanos que no respiran. Nos convertimos en contradicciones que solo entiendan aquellas mariposas y aquel aire. Convertimos una realidad en un mundo paralelo. Un paralelo lleno de palabras escritas. Un mundo que solo tiene un nombre. Nosotros.
-Olga Merino-
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