Me distancié de ti, recuerdo que éramos uña y carne y de pronto el baso empezó a vaciarse, como tú y yo juntas. Cuando me levantaba hasta que cogÃa mi cama algo habÃa cambiado. No sé muy bien que fue, bueno en verdad si, pero creo que esto me lo guardo para mÃ. Te veÃa con una mirada caÃda, sin ganas de muchas cosas. Y eso estoy empezando a ver que era un motivo por el cual me aleje de ti. No tenÃas ganas de vivir, me consumÃas, éramos polos opuestos. Quise entenderte como siempre lo hice, pero habÃa cosas que me negaba. Después de todo, lo que escuchaba formaba parte de mÃ, aunque tú no quisieras que fuera. Muchas veces te dije que ese no era el mejor camino que debÃas coger, aun asà siempre escogÃas ese, quizás sea el dolor que tenÃas dentro y lo guardabas en tu silencio, no lo sé, y a dÃa de hoy sigo sin saberlo.
Todo pasaba y muy lento. Te volviste más exigente cuando nosotras nunca te quisimos poner ningún impedimento en ninguna ocasión, pero tú, tú nos los ponÃas dÃa si, dÃa también. Fue duro ver como todo lo que me rodeaba estaba alborotado, sin un orden que seguir, estaba todo perdido y como no, yo seguÃa a todo esto.
Fuerza tenÃa para un rato, pero solo la sacaba mientras estabas tú delante, luego, cuando cerraba la puerta de mi habitación, todo se volvÃa frágil, oscuro, no sabÃa qué hacer. Llevaba mucho peso encima, cargado de tantas palabras no dichas.
Ahora todo está más calmado. Aun teniendo que huir siento que va mejor. Tocaba. Sigues sin entenderme ni saber ni la mitad de cosas, pero algo ha cambiado. Estamos o eso quiero creer. Ahora cuando siento tus manos con las mÃas empiezo a sentir que es nuestro. El momento de seguir sin mirar hacia atrás nunca más. Y, si algún dÃa se vuelve, que se mire desde otra perspectiva, con una sonrisa, pensando que lo que mata por dentro, hace más fuerte.
- Olga Merino -