Y aquí estoy, deseando volver a sentirte y a mirarte. Es una sensación algo inexplicable, nunca superaré la vez en la que me abrazabas, sin saber que sería la última.
Y ahora que te vuelvo a mirar temo a sentirme como aquella vez; libre, con ganas de comerme el mundo. Se me removía todo lo vivido a tu lado, es algo extraño, pero a la vez me siento feliz, como si estuviera volviendo a revivir aquello que tú y yo formamos, pero de una manera menos tóxica.
Ayer, te escuchaba, mientras te miraba anonadada, y seguía sin creerme que allí estábamos, tú y yo de nuevo, sentados en una cafetería después de tanto y de tan poco a la vez. Me hiciste ver que, realmente, te hice más daño de lo que me pensaba. Quería responderte que, lo sentía por hacerte pasar por aquello, pero sabía que brillaría y acabaría en un estado que no me apetece.
Quise abrirme y contarte todo tal qual lo viví, pero no me sentí tan valiente como tú. Y si te soy sincera, me culpo por ello, una vez más, por aquello y por todo lo que no vi que hacía. No podía justificar cada acto que tú me echabas en cara, porque sé que acabaríamos en una pelea de egos, y lo último que quería era eso. Escuchaba como te habías sentido y, ver que no solo yo, en parte me mantuvo tranquila. Pero luego, cuando acabaste, entendí que cada uno escogió un camino diferente donde tú decidiste disfrutar mientras yo te quería más a mi lado. Erramos dos pequeños enanos sintiendo a la vez que nos destruíamos.
Ahora que me siento mía, empiezo a entender que lo nuestro forma parte de mi anclado pasado. Pero con un futuro no muy lejano.
- Olga Merino -
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